Revisamos «A propósito de nada», la única autobiografía de Woody Allen

Aunque ha sido escritor de chistes para terceros, monologuista, cómico, actor, mago y música aficionado y mil cosas más, todos admiramos a Woody Allen por su labor como escritor, guionista y director.

De hecho, vivimos en un mundo en el que casi cualquiera recibe la etiqueta de «genio» por algún hito en su vida, pero Woody Allen (cuyo nombre real es Allan Stewart Konigsberg) es de los pocos que realmente se lo merecen, y en toda la extensión de la palabra.

Allen ha dirigido más de cincuenta películas, a razón de una por año aproximadamente desde los setenta. Pero cuando hablamos del mérito de su trayectoria y su aportación no solo se trata de cantidad, sino de calidad. Sus particulares enfoques sobre la vida, la muerte (una de sus grandes obsesiones), el amor o las relaciones humanas son tan ricas, complejas y profundas que convierten su cinematografía en una absoluta obra de arte digna de admiración.

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Es por ello (y tampoco descubrimos nada al decirlo) que la salida de su única autobiografía («A propósito de nada», de Alianza Editorial) se nos antojaba un absoluto must, expresión que ha perdido valor por su excesivo uso pero aquí y en este caso vuelve a tener el sentido que se merece.

Con una portada que homenajea claramente los créditos de sus películas en un sutil guiño a sus fans, «A propósito de nada» es justo el libro que esperas que sea, y eso es fascinante y maravilloso.

Comenzando con la historia de sus padres y llegando hasta nuestros días, el libro es una especie de conversación con Woody Allen y cada frase, cada párrafo nos demuestra (aun quitándose importancia todo el tiempo) la genialidad del neoyorkino.

Sin miedo a entrar en los temas más polémicos de su vida (como su último matrimonio… o mejor dicho: todos sus matrimonios), Allen narra con la naturalidad de un tipo que se sabe convencido que jamás ha hecho nada malo todos los pasajes de su vida.

Eso sí, todo aderezado con frases desternillantes, paralelismos absolutamente creativos, referencias culturales y siempre desde la perspectiva de alguien que cree que no se merece ni la mitad del talento que tiene, aunque lo demuestre a cada segundo de lectura.

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Aunque se ha dicho, escrito y televisado todo del de Nueva York, «A propósito de Allen» es ese paso más que necesitábamos sus fans para acabar de comprender su persona, su personalidad, sus miedos, ilusiones y la construcción de un niño solitario de Brooklyn (aunque nació en el hospital del Bronx) en uno de los últimos genios vivos sobre la tierra.

De nuevo la dichosa palabra, pero es que debe ser aplicada en este caso una y otra vez.

Un magnífico libro, tremendamente divertido y genuino para los que no sean seguidores del director y una de las últimas y necesarias piezas del puzzle para que los fans reconstruyan en sus cabezas la mente del talento obsesionado con Manhattan. 439 páginas de puro placer que se devora en un abrir y cerrar de ojos, normal que acabe de salir y ya se haya agotado varias veces.