«La ley de la calle»: sigue habiendo esperanza en el género ghetto
Las plataformas digitales (especialmente Netflix) nos han traído un renacimiento sutil del género ghetto. Si el boom de este tipo de películas que narraban a ritmo de rap las visicitudes de crecer en un barrio pobre de Estados Unidos tuvieron su apogeo en los años noventa (también con la parte álgida de la imaginería mental del hip hop y su estética), luego conocimos tiempos peores que poco a poco van mejorando.
¿Volveremos algún día al apogeo del cine ghetto?
Los apogeos de Spike Lee o John Singleton como realizadores y el rap ya asentado a nivel mundial fueron la tormenta perfecta para crear una serie de películas que hoy son absolutos clásicos y que, si somos honestos, tampoco se han superado.
Hablamos de filmes como «Los chicos del barrio»(1991), «Friday» (1995), «New Jack City» (1991), «New Jersey Drive» (1995), «Clockers» (1995), «Menace 2 Society» (1993) o «Juice» (1992). Como podemos ver, la mayoría tuvieron lugar en una franja de tiempo bastante acotada y definida.
Y aunque ya nos llegan menos novedades al respecto (y quizás de menos calidad) sigue habiendo producciones destacables. La que hoy nos ocupa no solo es una cinta más que decente, sino que incluye elementos llamativos (o que incluso nos pueden chirriar) pero que al reproducir la película nos demuestran cuán negativos y perniciosos pueden ser los prejuicios o las superficialidades.
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«La ley de la calle»: sigue existiendo este tipo de cine de calidad
Hablamos de «La ley de la calle» («We Die Young» en su título original), dirigida por Lior Geller (responsable del magnífico y multipremiado documental «El corazón de Jenin») y disponible -por alguna razón que se nos escapa- íntegra en YouTube en español latino.
La cinta cuenta con cierto pulso y brío la historia de Lucas (magníficamente interpretado por Elijah Rodriguez), un adolescente de Washington -una contextualización no habitual en el género que nos ocupa- que se ve seducido por el modo de vida de las pandillas locales. Pero, conociendo el tema desde dentro, intentará evitar de todas las maneras posibles que su hermano pequeño (de diez años) siga sus pasos y se labre el mismo peligroso e imprevisible futuro que él.
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Es en ese punto cuando la aparición de un veterano de la guerra de Afganistán (y es aquí cuando entra el papel de Jean Claude Van Damme, has leído bien) hace que Lucas lo vea como un posible tutor para su hermano, que lo aleje de las pandillas por las que se siente atraído y consiga hacer de él un hombre de provecho.
Una historia que sobre el papel puede parecer manida (¿no lo parecen todas las del género que hoy nos ocupa?) y que en la práctica es un más que disfrutable largometraje. Buenas actuaciones de David Castañeda, Elijah Rodriguez y el propio Van Damme para una película dirigida enérgicamente y que se convierte (sin ser «Haz lo que debas», aunque eso ya lo sabes) en el plan perfecto para cualquier tarde en la que nadie te ofrece sexo ni planes adrenalínicos. ¿No es más que suficiente?