Esta es la lista completa de las deudas de Damon Dash

El caso de Damon Dash es uno de los más llamativos y (tristemente) curiosos de cómo la vida se puede dar la vuelta por completo, al menos en lo económico . Y es que el neoyorkino ha pasado de ser uno de los tipos más adinerados de la industria del hip hop a tener todo tipo de deudas.

Y saben que hace poco el estado de Nueva York le obligó a subastar su tercera parte de Roc-A-Fella, siendo el propio estado el que lo compró (por solo un millón de dólares) con la idea de revenderlo (o explotarlo) y así poder ir pagando la deuda de Dash por impuestos y manutención infantil.

Aunque para cualquier persona un millón de dólares sería algo así como prácticamente arreglarse la vida, lo cierto es que a Dame Dash no le llega ni para iniciar la solución. Tan solo al productor de cine Josh Webber le debe casi 900.000 dólares.

Por si no fuera suficiente, el ejecutivo debe casi 200.000 dólares en las mencionadas manutenciones infantiles y 8 millones de dólares (sí, lo han leído bien) en impago de impuestos. También debe una cifra inexacta de dinero a la fotógrafa Monique Bunn y a la escritora Edwyna Brooks, cuyos juicios están por llegar.

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Pero la situación de Dash está lejos de arreglarse, de hecho, podría empeorar muy pronto. Los derechos de varias de las películas que ha producido podrían acabar siendo subastadas próximamente. Nos referimos a títulos como «We Went to… China» , «Welcome to Blakroc» o «Honor Up» , todas producidas por Poppington LLCC (productora de Dash) y disponibles en America Nu television network.

Está clara que la cuestión es que Dash debe tanto dinero, y tiene tan poca liquidez, que la única manera que se encuentra de solucionar este problema es la subasta de este tipo de productos de su propiedad, aunque cada vez quedan menos y de menor valor.

La subasta de Roc-A-Fella Records ha sido solo el inicio de un declive económico de Dash que, si bien comenzó mucho antes, se ha hecho simbólico y notorio con la venta de una parte del histórico sello que él creó, si bien se ha acabado vendiendo por diez veces menos de lo que Dash esperaba… Y ese era el santo grial del neoyorkino.