Quién es DMX: Los ladridos del ghetto

Nacido como Earl Simmons en 1970, DMX es un de los rappers más populares de todos los tiempos. Normalmente -y con razón- es encasillado en esas estrellas del género que tuvieron su boom desde finales de los noventa hasta comienzos del 2000 y que, como DMX, llegaron a lo más alto en el hip-hop y también hicieron sus pinitos en el cine. Al fin y al cabo el mundo (y el rap) tuvo un boom económico muy grande durante aquellos años, lo que propició que muchos de aquellos nombres se viralizaran mucho más allá de la música (marcas de ropa incluidas).

DMX nació en Nueva York y no tuvo lo que se dice una infancia fácil entre el asma, la vida en el ghetto y los problemas familiares usuales de su entorno. El artista recibió palizas de parte de su madre y de algunos de los novios de ésta, con lo que desde muy joven empezó a pasar más tiempo por las calles para evitar ese abuso.

Lo que empezó por matar el tiempo acabó como una de sus mayores pasiones (cosa que podemos ver en todos sus álbumes): el amor por los animales. Y es que DMX se dedicaba a adoptar e intentar amaestrar a algunos de los perros callejeros que deambulaban por el barrio de Yonkers. Oír cualquier canción de DMX es dilucidar su pasión por los perros.

Una vez que su madre lo envió a un colegio de niños problemáticos, DMX tuvo su primer contacto con el hip-hop a través de los otros compañeros. Cada vez que DMX rapeaba o improvisaba era animado por sus colegas de la residencia, que le decían que se le daba bastante bien. Parecía predestinado a ser una estrella del rap.

Como casi todos los jóvenes con su pasado, DMX estuvo un par de veces en prisión antes de dedicarse a la música, y fue precisamente en esos tiempos cuando empezó a escribir raps mucho más en serio. Tal como salió la segunda vez de la cárcel, DMX comenzó a grabar y vender sus propias mixtapes y con ello comenzaba la leyenda… o el comienzo de la misma. Empezaba a ser un tipo muy conocido en el underground.

Aunque la carrera del rapper despegó en 1998, lo cierto es que ya en 1992 fue fichado por Columbia Records, con quienes sacó un single que no tuvo éxito. Lo bueno de todo aquello es que empezó a colaborar con artistas de la talla de Jay-Z o Mic Geronimo, pero el rapper se puso de veras en boca de todos con el single ‘4, 3, 2, 1’ de LL Cool J. De ahí saltó a más y más colaboraciones hasta que el mundo entero pasó a esperar con ansias su álbum de debut.
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Y así llegó el celebrado «It’s Dark and Hell Is Hot» en 1998, que con singles como ‘Ruff Ryders Anthem’ se vendió como rosquillas y puso a DMX (y siendo su álbum de debut) en lo más alto del rap mundial. Ese mismo año en diciembre salió a la venta «Flesh of My Flesh, Blood of My Blood» que fue número uno en Estados Unidos tres semanas seguidas, nada más y nada menos. No cabe ninguna duda de que era el momento de DMX, que estaba en boca de todos.
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Justo un año después salió su tercer L.P. «… And Then There Was X», que también fue número uno, siguiendo la misma línea musical. Tal como si se tratase de auténticos iconos del pop, su cuarto álbum «The Great Depression» (que salió en octubre de 2001) también fue número uno en Estados Unidos y tuvo ventas más que decentes fuera del país, lo mismo que ocurrió con «Grand Champ». En este punto DMX ya era convocado por Hollywood para aparecer en proyectos cinematográficos, y es que objetivamente estaba haciendo historia en la música si miramos los números.

Como suele ocurrir y acompañado de numerosos problemas legales, su siguientes álbumes «Year of the Dog… Again» de 2006, «Undisputed» de 2012″ y «Redemption of the Beast» (2015) tuvieron ventas y recibimiento muy inferiores. Nada parece ser para siempre.

Por si no fuese poco con el abrumador éxito comercial de la primera etapa de la carrera del neoyorkino, DMX ha aparecido como protagonista o secundario en casi veinte películas de todo tipo de presupuesto. Prueba del enorme éxito y la fama que llegó a tener el emcee fuera de la propia música.

Su estilo rudo y hardcore, su obsesión por los perros y las producciones de Swizz Beatz lo convirtieron primero en estrella y luego en leyenda viva. De hecho, solemos pensar en DMX cuando hablamos de esos años concretos en que hubo una especie de boom del hip hop en que las grandes estrellas vendían discos como churros, protagonizaban películas o tenían sus propias marcas de ropa.

DMX no es uno de los mejores emcees de todos los tiempos, pero su estilo tan auténtico y personal hizo que mucha gente conectara con él justo en un punto en que todo parecía volverse excesivamente comercial. Puede que si no fuese tan asiduo a meterse en líos su carrera podía haber sido más longeva manteniéndose arriba, pero lo que es cierto es que nadie puede hacer que olvidemos los auténticos hits que ha creado.