Review de la temporada final de «Wu-Tang: An American Saga»
La tercera temporada (y final, o sea, última) de «Wu-Tang: An American Saga» ha sido sencillamente genial, aunque también ha habido capítulos que han recibido críticas de los fans de la serie y el icónico grupo de Staten Island. Nos referimos a los capítulos alegóricos, esos que han narrado (y han sido tres en total en la última temporada) algún suceso de manera ficcionada y metafórica.
Old Dirty Bastard, con su capítulo que homenajea el género Blaxploitation, Raekwon con el suyo en forma de película de la mafia y el narcotráfico y GZA, con una Nueva York mitológica donde el rap estaba prohibido, han sido los episodios que se salían del tono realista y entraban en la libertad creativa, la metáfora y la ficción para contar partes de la historia del grupo de rap más conocido del mundo.
¿Está a la altura el final de «Wu-Tang: An American Saga»?
A pesar de la polémica con la libertad creativa tomada en estos episodios —el de la historia de ‘Liquid Swords’ estuvo escrito y dirigido por RZA directamente— el final de la serie ha sido magnífico, también el resto. Sí, por mucho que esos tres capítulos se hayan salido de lo que más nos gustaba del propio producto audiovisual.
Y es que el último episodio cuenta la idiosincrasia del ser humano en toda su magnitud: un grupo de chicos extremadamente pobres que lo dan todo por hacerse ricos y famosos y que acaban discutiendo todo el tiempo por culpa de auténticas estupideces.
Conciertos en los que muchos de los miembros ni aparecen, disputas por no querer hacer una gira junto a Rage Against the Machine, las diferencias entre los que tenían discos en solitario (y, por lo tanto, mucha más fama y dinero que el resto) y los que no o un ser imprevisible e incontrolable como ODB.
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Sin embargo, también narra de manera justa el esfuerzo, el tesón, el talento y la cabezonería de un grupo desde la pobreza absoluta a ser número uno en -casi- todo el mundo con ‘Wu-Tang Forever’, un álbum doble por el que recibieron cuatro millones de dólares de adelanto, el mayor pago en avance de la historia de todo el género rap hasta aquel momento.
Más allá de la polémica por esos tres capítulos alegóricos, «Wu-Tang: An American Saga» cuenta la historia de una banda maravillosa con sus claroscuros, sus momentos agridulces y sus eternas y atemporales lecciones: las de unos chicos de barrio que conquistaron el mundo y cuyo sonido (e incluso el logotipo) es hoy patrimonio de la humanidad.
Wu Tang Forever, and ever, and ever, and ever.
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