Hablemos de Starbucks: ¿gran café o gran estrategia?
Hace una década, cuando Starbucks ya era un mastodonte empresarial más que asentado, apareció un pequeño cartel en todas sus cafeterías que decía «Disculpen las molestias, cerramos hoy para mejorar nuestro café».
La empresa se había hecho tan grande que Howard Schultz (el tipo que aupó la compañía, dueño de los Seattle Supersonics y puede que aspirante a la presidencia de Estados Unidos) cerró todos sus locales durante un día con la idea de poner orden y volver a sus orígenes de base: el mejor café.
En realidad, la solución era más comunicativa, de marketing y de autocrítica, que constructiva, pero era bastante definitoria de la personalidad de Schultz y de las supuestas razones de la existencia de Starbucks, razones que no siempre se cumplen al dedillo.
Y la estrategia ha sido copiada más veces por otras empresas a lo largo de la historia y por diferentes motivos, algunos mucho más graves, como el de Sephora. La cadena de belleza cerró un día todas sus tiendas hace pocos meses a modo de disculpa por un incidente racista con la cantante SZA. Parece que Schultz ha sido pionero incluso en eso.
En realidad -y aunque todos hablemos de Schultz-, el primer Starbucks fue fundado por otras tres personas, aunque no fue hasta la entrada del nuevo dueño diez años después cuando tuvieron un impacto global real, incluso entrando en bolsa en la primera mitad de los noventa. El reconocido empresario se obsesionó más si cabe con el café durante un viaje a Milán y no paró hasta implementar todas sus ideas en la que hoy es la cadena de cafeterías más grande del mundo.
El dueño de Starbucks se obsesionó con el café durante un viaje a Italia
Lo que Starbucks hizo iba mucho más allá de servir un buen café y venderte sus propios granos in situ, y hoy está tan aceptado como estudiado y copiado.
Espacios diferenciados en una misma estancia, buena música (normalmente jazz, blues o soul), colores cálidos, la sensación de estar siendo atendido por profesionales del café (es una sensación potenciada, pero sus trabajadores son baristas reales) y un gran, gran trabajo de marca a todos los niveles… Empezando por el logo. Un logotipo que sobresale en los exteriores de sus locales y que está impreso en todas las partes posibles de sus cafeterías.
Un trabajo de desarrollo de marca que es apoyado por unos precios elevados que nos sumergen en la sensación de que la calidad del café es aún mayor. En realidad, el trabajo de marca realizado es el mismo que en casi cualquier firma de otro sector: se eleva el precio para darle valor añadido, sensación de elitismo y exclusividad y hacer que los clientes se apropien de esa valía y distinción, formando parte de un grupo reducido o selecto.
Tan selecto como nada, ya que existen casi 80.000 Starbucks en todo el mundo y la mayoría de los locales suelen estar llenos, pero igual ocurre con las marcas de ropa, bolsos o calzado y la estrategia sigue funcionando en nuestra mente.
Una estrategia para el café que ha funcionado en empresas de todo tipo
Con un poco de buen café (hoy todo el mundo dice que han bajado la calidad) y mucho de otros métodos y tácticas mucho más cerebrales, Starbucks invadió el mundo con una expansión tan rápida que casi no tiene precedentes, y lo hizo enseñándonos muchísimo sobre estrategias de comunicación y marketing al módico precio de seis euros la taza o vaso de cartón.
Para entender el éxito de Starbucks, tenemos que entender que la multinacional no vende café, ofrece muchas otras cosas que el ser humano -consciente o inconscientemente- valora mucho más y lo hace con la excusa de una bebida estimulante extraída de granos.
Las personas abrazan un logotipo que ha sobrevivido al snobismo de la primera gran expansión para asentarse como una realidad empresarial casi inalcanzable (aunque muchos, como Costa Coffee, lo intenten). Un producto cotidiano que se recolecta en el tercer mundo convertido en símbolo de status al alcance de todos, y ¿no es esa la mejor definición de capitalismo?
¿Te ha entrado el hambre? Si viajas pronto a Estados Unidos, aquí hay unos cuantos locales de donuts que deberías visitar antes de ir a ningún Starbucks.